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La Lonja del Barranco, la
propuesta de Sevilla para dar pulso al turismo gastronómico, ha abierto este
martes sus puertas. Este mercado, instalado en las Naves del Barranco, ha sido
inaugurado por el alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, y por uno de los
socios mayoristas del proyecto, el torero Francisco Rivera Ordóñez. Ambos han
destacado que este mercado es un proyecto «netamente sevillano», creando un
total de 130 puestos de trabajo directos y más de 400 indirectos. «Es un
mercado que representa a los andaluces -ha asegurado Rivera Ordóñez durante la
presentación-, es para nuestros vecinos, pero también, como anfitriones natos
que somos, para los turistas, recibimos a todo el que venga con los brazos
abiertos». El alcalde de Sevilla ha destacado por su parte la recuperación de
un espacio importante y emblemático como son las Naves del Barranco, un
«enclave único junto al Puente de Triana que mejora la oferta turística de la
ciudad, con una importante aportación al turismo gourmet», dijo.
De los 20 puestos que conforman
La Lonja del Barranco, 18 han encendido hoy sus fogones. Un puesto permanece en
obras, el Mushi -que estará dedicado a la comida japonesa con un toque
sevillano-, y otro aún no ha sido adjudicado. Las prisas y los nervios del
primer día se notaban entre los camareros, cocineros y encargados de los
distintos puestos. Muchos sevillanos y turistas se han acercado a La Lonja.
Así, en torno a las doce del mediodía, unas 300 personas ya habían pasado por
allí. Hay que recordar, tal y como se ha adelantado estos días atrás, que el
mercado tiene capacidad para unas dos mil personas, de las cuales, alrededor de
70 se pueden sentar en el interior -muy apropiado para los días de invierno,
porque sus cristaleras actúan como un invernadero- y otras 300 en las terrazas
que rodean el mercado, con vistas al río Guadalquivir.
Los puestos ofrecen una variedad
gastronómica que incluye productos de diferentes nacionalidades. Como la
quesería «Cheese Tavern», con quesos de nueve países. Otros, como la
«Salmoreteca», combinan tradición e innovación. Como el salmorejo «Mazamorra» -a
base de almendras- o el de Tinta al Calamar, cuyo color negro llamaba la
atención entre los asistentes. Los productos de primera calidad, de la tierra,
y alimentos de origen ecológico forman parte de las cocinas de La Lonjas, como
en el «Échale huevos a las papas», cuyo género es ecológico cien por cien. Lo
más llamativo entre su repertorio son las papatas negras, su plato «chips», de
origen francés.
El término «gourmet» no puede
llevar al engaño en cuanto al precio se refiere. Todos los puestos venden sus
productos a precios populares, algunos incluso por debajo del precio de
mercado, al ser empresas distribuidoras de sus propios productos. Es el caso de
la «Marisquería», propiedad de la distribuidora «Distribumar». «Trabajamos con
precios que uno puede encontrar en la pescadería de su barrio, incluso por
debajo». Así, podemos degustar un plato de gamba blanca de Huelva por nueve
euros o cigalas -unos 200 gramos-, por diez euros.
El «take away», o lo que es lo
mismo, el «compre el producto y lléveselo a casa», también es una propuesta de
La Lonja. Como en Arroz&CO. No sólo tienes la oportunidad de llevarte un
plato de paella ya hecho para casa, sino que puedes comprar los productos por
separado y los mismos cocineros del puesto le explicarán cómo cocinarlo en casa
y qué condimentos añadirle. Bueno, barato y fácil de hacer.
Para beber, los clásicos:
Cruzcampo y vino. «La fábrica de Crucampo» ocupa un lugar privilegiado dentro
de la Lonja. Con una gran barra, siete trabajadores atienden al público sin
descando. Francisco Zambrano, uno de los encargados, cuenta que «aquí se sirve
la mejor cerveza. Viene directamente de la fábrica recién hecha, sin esperas,
de la fábrica al camión, y de éste a la Lonja. De ahí su nombre, "La
fábrica de Crucampo"». «Alberto y Vino», es el otro puesto por excelencia
dedicado a quitarnos la sed. Se trata de una vinoteca gestionada por los
propietarios de Bodegas Izadi, entre otras empresas. Pero también apuestan por
los productos andaluces, como los caldos de Sanlúcar de Barrameda, Jerez y
Málaga.