Nicolás Valero Garrido
Periodista

Dentro de los conciertos
previstos durante el mes de mayo en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, se vivió
el martes 20 de mayo una de esas noches irrepetibles dentro del panorama
flamenco con dos figuras ya consagradas de primera línea. Tía Juana la del Pipa
y La Macanita, dos exponentes del cante de Jerez separadas por una generación y
unidas por el arte inconfundible de una ciudad que respira Flamenco en todas
sus plazas y barrios.

Dentro de su propio registro, ofrecieron en una hora
y media lo mejor de cada una transitando por los senderos de lo clásico y lo
actual, encontrando el complemento perfecto en el baile ortodoxo y racial de
Manuela Carpio, artista invitada de la noche, que transmitió poderío y garra a
todo el público que llenaba el patio de butacas.
Tía Juana la del Pipa impregna su sello en ese cante
racial y visceral que llega al alma, Su soleá por bulerías y tangos son un
clásico del que uno nunca se cansa de escuchar.
La Macanita es capaz de buscar la dulzura en la
malagueña y la bulería lenta y acompasada que le escribiera Fernando Terremoto
a la vez que templa y manda en la soleá, tanto en el cante como en el baile.

Al toque hay que resaltar a Manuel Valencia, sobrino
de Fernando Terremoto con ese sentido del compás de verdad y Juan Diego Mateos
que superaron con nota sus momentos en solitario, las palmas que ofrecían
Chícharo, Macano y El Quini, cuadraban la curvatura de un circulo al que le
puso epicentro ese baile de raza y temperamental, espontáneo y auténtico de
Manuela Carpio.