Antonio María Valera
Taller de Ropa “Estrella
13”
Hasta 1920, la gente iba al
Rocío con su ropa de uso cotidiano. El hombre, si campesino y jinete, con su
traje habitual de montar; si ciudadano, con su terno de americana, chaleco y
pantalón, aunque prescindiera de corbata. La mujer con su vestido normal, su
bata de casa, para el camino, a fin de preservar la de más vestir para los
actos religiosos y festivos nocturnos o importantes.

Pero lo más revolucionario
fue el inexorable tijeretazo que sufrieron las faldas , hasta entonces,
inimaginable altura de las mismísimas rodillas, y sin vuelo. Como aquellos
vestiditos que podríamos calificar de charlestoneros no eran aptos para montar
a caballo, ni a la grupa ni como amazona, y tampoco eran los idóneos para el
interior de las carretas, la mujer rociera se vio, a partir de los años veinte,
obligada a elegir si peregrinaba o no.
El dilema no ofrecía duda:
lo primero es la devoción. La solución estaría en mantener, durante la romería,
el atuendo tradicional, pero al estar éste pasado de moda, el ingenio femenino,
siempre fértil y abierto a la imaginación, fija los ojos en el traje de
faralaes que las mujeres de Sevilla crearon e impusieron su uso para la Feria.
Después surge la llamada
«bata rociera» que ha venido a generalizarse desde entonces y que no es más que
una variante, muy notable por cierto, del traje sevillano de flamenca, pero que
retrocede a su punto de origen antes citado: la bata de faena que usaban las
campesinas de 1846, que acompañaban a los tratantes de ganado que accedían a la
primera Feria de abril sevillana; traje que en la Romería del Rocío empieza a
usarse para hacer el camino, ya que en los solemnes actos que se celebran en la
aldea, o para las visitas a efectuar a la misma, incluso para las veladas, se
impone, como vestimenta de etiqueta para la mujer, el costeado traje de
flamenca a la última moda, el usado en la Feria.
Hubo
un tiempo en que la blusa adquirió una cierta influencia agitanada, en escote,
en mangas o en cintura, mientras la falda conservaba sus constantes de menor
vuelo que el estereotipado de flamenca, una sola fila de volantes, la inferior,
y, por lo general, ausencia de enagua.

En consecuencia, la bata
rociera no lleva enagua debajo, no tiene tanto vuelo, ni admite tantos
volantes, y éstos son más cortos, con menos frunces y, por ende, menos vuelo.
La manga es de farol hasta el codo, lo que permite remangarse el brazo según
convenga para faenar o aliviar el calor. Otra característica muy peculiar de la
bata rociera es que el escote es siempre de pico y por detrás no lo lleva,
quedando la espalda cubierta hasta el cuello.
Quede claro que la bata
rociera es el traje de flamenca de faena, de viaje o camino, pues el traje de
vestir es el de Feria, que se reserva en el Rocío para los actos religiosos o
sociales del Santuario en la Aldea.